viernes, 26 de octubre de 2012

¿COMO LIMPIO MIS OÍDOS?

Esta es una pregunta que me han hecho mis pacientes repetidamente en mis más de 25 años de ejercicio profesional. Yo, en ocasiones, a aquellos con los que tengo mas confianza, les contesto lo que tantas veces oía decir a mi abuelo, que era un hombre con muy mal genio, pero muy sabio: “los oídos se limpian con los codos”. Normalmente esta respuesta suele evocar tres tipos de reacción en mis pacientes: una amplia sonrisa (cuando no es la primera vez que lo oyen), cara de asombro (“¿pero que le pasa a este hombre hoy?”) o una inocente pregunta: “¡pero si no llego!”. PUES POR ESO.
La mejor enseñanza que podemos sacar de esta anécdota es la siguiente: LOS OÍDOS NO SE LIMPIAN CON NADA.  ¡Pues menudo consejo que me da!, dirán ustedes.
Pues si. Es el mejor consejo que les puedo dar. Y ¿saben porque?. Porque los oídos tienen sus propios mecanismos de auto limpieza.
Miren: el conducto, o canal auditivo externo (donde se forman los tapones de cera), es como un tubo de unos 5 milímetros de diámetro y unos 25 milímetros de longitud, con forma de “S” “estirada y tumbada”, que por su parte externa se abre al exterior (en el fondo del pabellón de la oreja) y por su parte interior está cerrado por la membrana timpánica, o sea, el tímpano (a que les suena). Pues bien, los dos tercios internos de este tubo están excavados en un hueso: el hueso temporal, que es  el que aloja la mayor parte del oído. El tercio externo está formado por cartílago (el mismo cartílago que forma el pabellón de la oreja).  Todo el conducto está tapizado de piel en su interior. Pero solo en la parte externa, debajo de la piel hay unas pequeñas glándulas que producen dos tipos de secreción: el sebo y la cera. La mezcla de estas secreciones junto con pequeñas escamitas de la piel que se van desprendiendo, conforman lo que llamamos el “cerumen”, que es lo que forma los tapones. O sea, los tapones se forman solo en la parte externa del conducto.


Y ahora ha llegado el momento de entender lo de los “mecanismos de “auto limpieza”. Estos son básicamente tres:
Por un lado, los movimientos de vibración del tímpano, “empujan” el aire hacia el exterior del conducto y, con el, el cerumen que se va produciendo en la porción cartilaginosa.
Por otro lado está lo que llamamos “migración epitelial”. ¿y que es esto tan raro?. Pues muy fácil: la piel del conducto se va “renovando” constantemente. Las células “de piel” nuevas se van formando en el centro de la membrana timpánica y desde aquí van “migrando” hacia la periferia y después, siguiendo las paredes del canal, hacia el exterior, donde se desprenden. En este proceso de “migración, van arrastrando consigo lo que encuentren en el canal: el cerumen.
Por último están los movimientos que se producen en la parte externa del canal cuando abrimos y cerramos la boca (por ejemplo al hablar o al comer). Pónganse el dedo en la entrada del canal y abran y cierren la boca. Verán como notan este movimiento. Pues bien, este movimiento, junto con el de los pequeños pelitos que tenemos a la entrada del canal, también tiende a “sacar” hacia afuera el cerumen.
¿Ven como el oído es muy listo y sabe limpiarse solo?. Pues ahora llegamos nosotros, que nos creemos mas listos que nuestro oído, y nos intentamos limpiar con bastoncillos de algodón, clips de papelería, horquillas del pelo, llaves, capuchones de bolígrafo “Bic” y todo tipo de artilugios. ¿Consecuencia?: empujamos el cerumen hacia adentro y lo colocamos en un sitio fijo (porque es hueso), sin movimiento y sin pelitos, donde los mecanismos de auto limpieza son mucho menos eficaces y ya no pueden actuar correctamente. ¿Segunda consecuencia?: tapón al canto.
En definitiva: si quieren un consejo, sigan el de mi abuelo: límpieselos con los codos. Y si no llegan, dejen que los oídos se limpien solos, dejando que el agua de la ducha entre en el canal, ablande el cerumen, y los mecanismos fisiológicos terminen de hacer el trabajo.
Si no siguen estos consejos, o si los siguen pero a pesar de ello se les forma el tapón, por favor, pónganse en manos de un médico que sepa solucionar el problema adecuadamente, bien irrigando agua templada o bien aspirando el cerumen con los medios necesarios para ello. Pero déjense de inventos raros o de ideas luminosas, porque los oídos son muy delicados y se pueden hacer mucho, mucho daño.

Juan de Dios García Mira
Otorrinolaringólogo y Audiólogo.

sábado, 13 de octubre de 2012

LA AUDICIÓN DE LOS JÓVENES


En nuestro anterior post hablabamos de la audición de los mayores. En este, hablaremos de la audición de los jóvenes.
Si en el caso de la población de edad avanzada decíamos que por un proceso natural de envejecimiento celular, los oídos iban perdiendo sensibilidad y la audición se iba deteriorando, en la población juvenil, donde este proceso de envejecimiento no se ha producido todavía, deberiamos hablar, lógicamente, de audición sana.
Y sin embargo, no siempre esto es así. Y no lo es porque, además de la edad, hay otros factores no menos importantes que también pueden condicionar perdida de audición.
El primero de ellos sería la carga genética. Es decir, las perdidas auditivas que se heredan de los padres por ser portadores de una alteración genética que condiciona una malformación del oído a cualquier nivel. Hoy en día estas perdidas no se  pueden evitar (salvo con consejo genético), pero se diagnostican muy precozmente gracias a los programas. detección precoz de la sordera implantados en la mayoría de hospitales públicos, pudiendo tomar las medidas necesarias para evitar el handicap que podría derivarse de ellas.
El segundo factor serían las infecciones de oído, ya sean víricas (por ejemplo las parotiditis, comunmente conocidas como paperas) como bacterianas, y que, generalmente, con los programas de vacunación y con los tratamientos antibióticos, están actualmente bastante controladas.
El tercer factor sería la ototoxicidad (daño auditivo) causada por determinadas sustancias, sobre todo fármacos, que hace años se utlizaban con bastante frecuencia, pero que hoy en día podemos evitar en la mayoría de las ocasiones, sustituyéndolas por otras no lesivas sobre la audición.
Y por último, el factor mas importante: el RUIDO. Los oidos pueden dañarse de forma totalmente irreversible cuando se exponen de forma prolongada a ruidos fuertes (superiores a 85 decibélios, equivalentes al ruido que emite un aspirador doméstico), o incluso cuando lo hacen de forma mas ocasional, a ruidos de mayor intensidad tales como los petardos, las escopetas de caza, los arcabuces de fiestas y, sobre todo, la música escuchada a niveles altos, o con auriculares de inserción (esos pequeñitos que utilizan los reproductores de MP3 o MP4)  o en lugares de tamaño reducido como los coches, las salas de spinning o de aerobic, etc. en los que la presión de sonido alcanza niveles muy altos.
El insuficiente, en ocasiones, control del ruido laboral tanto por parte de las empresas como por los mismos trabajadores, asi como sobre todo las aficiones de la juventud en cuanto a las situaciones antes referidas (sobre todo respecto a la música) esta poniendo de manifiesto un alarmante aumento de las pérdidas auditivas en esta franja de edad.
Es necesario pues trasladar a la juventud la trascendencia de estas prácticas, dejándoles claro la irreversibilidad del daño y haciendoles ver que, paradojicamente, la consecuencia de ellas (la pérdida auditiva en altas frecuencias) les impedirá, de forma permanente, el poder seguir practicando con calidad sus aficiones musicales en un futuro muy próximo.



Dr. Juan de Dios García Mira
Otorrinolaringólogo y audiólogo.



jueves, 11 de octubre de 2012

LA AUDICIÓN DE LOS MAYORES


El sentido del oído es fundamental para la comunicación social. A través del oído recibimos la información que será necesaria para el desarrollo de nuestro propio lenguaje cuando somos niños y, con este lenguaje transmitiremos información y nos comunicaremos con las demás personas, que utilizarán sus oídos para recibirla.

El órgano de la audición está totalmente maduro incluso antes de comenzar nuestra vida extrauterina, y trabaja sin cesar hasta el final de nuestros días. A lo largo de toda nuestra vida, el oído se encuentra expuesto a toda una serie de situaciones agresivas: Ruido excesivo, fármacos ototóxicos, enfermedades, inflamaciones e infecciones, etc. Que pueden ir deteriorándolo de manera mas o menos importante.

Al llegar a la llamada “tercera edad”, aparecen además signos de envejecimiento (¡que palabra tan odiada!) que hacen que la sensibilidad auditiva disminuya y oigamos peor. Es la llamada “Presbiacusia”, que se puede producir por distintos motivos: por un envejecimiento de las estructuras neurales del oído (Presbiacusia neural), por una esclerosis o aumento de rigidez de las estructuras mecánicas del oído interno (Presbiacusia mecánica) o por factores dependientes de problemas metabólicos (diabetes) o vasculares (Presbiacusia metabólica). En cualquiera de los casos, la consecuencia es una disminución de la sensibilidad auditiva, que suele afectar mas a los sonidos agudos. Por esto, se dejan de oír los timbres, el canto de los pájaros, etc.

Pero no solo sucede esto. También se produce, de forma paradójica, un aumento de la sensibilidad a los sonidos fuertes. Es decir: nos cuesta mas empezar a oír, pero nos molestan antes los sonidos fuertes. Por esto, oímos muchas veces decir a las personas mayores: “Háblame mas fuerte que no te oigo...No me chilles, que me molesta”.




La Presbiacusia, como proceso normal de envejecimiento auditivo, no tiene un tratamiento médico (con medicamentos) o quirúrgico efectivo, pero puede y debe tratarse con tratamiento protésico (audífonos) para evitar el aislamiento al que conducirá la perdida de audición en la persona mayor. Y se debe hacer pronto, antes de que el deterioro auditivo sea tan importante que las expectativas de éxito del tratamiento disminuyan de forma alarmante.

No obstante, el tratamiento protésico de la presbiacusia es un proceso complejo, delicado, que requiere actuaciones profesionales y evaluaciones médicas muy rigurosas antes de afrontarlo. Es por esto que se debe aconsejar a la persona mayor con problemas auditivos que no se deje embaucar por falsas “ofertas”, “regalitos” o supuestas “campañas de prevención de la sordera” que normalmente solo tienen un objetivo comercial. Debe consultar siempre con un profesional médico que evalué su problema con seriedad y determine cual es la solución mas adecuada a su problema. Si la solución es el audífono, debe ponerse en manos profesionales, con los medios técnicos necesarios y los conocimientos suficientes y que tengan como objetivo solucionar un problema de salud y no realizar una transacción comercial mas o menos rentable.


Dr. Juan de Dios García Mira 
Médico especialista en Otorrinolaringología y Audiología. 
Médico Adjunto del Servicio de otorrinolaringología del Hospital de Elda. 
Director de Centro Audiológico de Elda.