sábado, 13 de octubre de 2012

LA AUDICIÓN DE LOS JÓVENES


En nuestro anterior post hablabamos de la audición de los mayores. En este, hablaremos de la audición de los jóvenes.
Si en el caso de la población de edad avanzada decíamos que por un proceso natural de envejecimiento celular, los oídos iban perdiendo sensibilidad y la audición se iba deteriorando, en la población juvenil, donde este proceso de envejecimiento no se ha producido todavía, deberiamos hablar, lógicamente, de audición sana.
Y sin embargo, no siempre esto es así. Y no lo es porque, además de la edad, hay otros factores no menos importantes que también pueden condicionar perdida de audición.
El primero de ellos sería la carga genética. Es decir, las perdidas auditivas que se heredan de los padres por ser portadores de una alteración genética que condiciona una malformación del oído a cualquier nivel. Hoy en día estas perdidas no se  pueden evitar (salvo con consejo genético), pero se diagnostican muy precozmente gracias a los programas. detección precoz de la sordera implantados en la mayoría de hospitales públicos, pudiendo tomar las medidas necesarias para evitar el handicap que podría derivarse de ellas.
El segundo factor serían las infecciones de oído, ya sean víricas (por ejemplo las parotiditis, comunmente conocidas como paperas) como bacterianas, y que, generalmente, con los programas de vacunación y con los tratamientos antibióticos, están actualmente bastante controladas.
El tercer factor sería la ototoxicidad (daño auditivo) causada por determinadas sustancias, sobre todo fármacos, que hace años se utlizaban con bastante frecuencia, pero que hoy en día podemos evitar en la mayoría de las ocasiones, sustituyéndolas por otras no lesivas sobre la audición.
Y por último, el factor mas importante: el RUIDO. Los oidos pueden dañarse de forma totalmente irreversible cuando se exponen de forma prolongada a ruidos fuertes (superiores a 85 decibélios, equivalentes al ruido que emite un aspirador doméstico), o incluso cuando lo hacen de forma mas ocasional, a ruidos de mayor intensidad tales como los petardos, las escopetas de caza, los arcabuces de fiestas y, sobre todo, la música escuchada a niveles altos, o con auriculares de inserción (esos pequeñitos que utilizan los reproductores de MP3 o MP4)  o en lugares de tamaño reducido como los coches, las salas de spinning o de aerobic, etc. en los que la presión de sonido alcanza niveles muy altos.
El insuficiente, en ocasiones, control del ruido laboral tanto por parte de las empresas como por los mismos trabajadores, asi como sobre todo las aficiones de la juventud en cuanto a las situaciones antes referidas (sobre todo respecto a la música) esta poniendo de manifiesto un alarmante aumento de las pérdidas auditivas en esta franja de edad.
Es necesario pues trasladar a la juventud la trascendencia de estas prácticas, dejándoles claro la irreversibilidad del daño y haciendoles ver que, paradojicamente, la consecuencia de ellas (la pérdida auditiva en altas frecuencias) les impedirá, de forma permanente, el poder seguir practicando con calidad sus aficiones musicales en un futuro muy próximo.



Dr. Juan de Dios García Mira
Otorrinolaringólogo y audiólogo.



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